Sin embargo, esta práctica parecía estar reservada para el banco fijo de las traineras y bateles, porque el banco móvil parecía ser “cosa de señoritos” -las yolas de mar eran considerablemente más caras y complejas-.

Y como habitualmente todo lo importante suele comenzar de forma honesta e ingenua, un grupo de buenos amigos que se divertían practicando remo en Amaikak-Bat y luego en el Club Jolastokieta -que acabó por disolverse-, decidieron tomarse en serio su diversión y de esto modo lograron sonados triunfos como el Trofeo Elkano de la regata del Ayuntamiento donostiarra en las fiestas conmemorativas de su Centenario.

Pero nuestros amigos encontraron varios obstáculos en su camino: la falta de organizadores de regatas no ofrecía ninguna continuidad a su pasión, por lo que optaron por dedicarse al uso de yolas de mar, cuya práctica además ofrecía posibilidades no sólo a nivel nacional, también internacional. La ilusión del grupo de amigos crecía por momentos: ¡por fin podrían actuar en muchas más regatas!

Tras comprobar la enorme dificultad de conseguir una yola, nuestros amigos no cejaron en su empeño, y… ¡decidieron construirla ellos mismos! Se basaron en su experiencia previa habiendo construido sus propios bateles «Askatasuna», «Euskotarrak», y “Nai-Degu». Pero pese a su gran ilusión, no contaban con la información necesaria ni con los planos adecuados, por lo que su obra final, la yola “Euskotarra”, funcionó como una gabarra y su primera actuación no fue todo lo brillante que hubieran deseado.